Todos sufrimos un amigo (virtual) de esos que comparten su vida en las redes sociales. Conocemos sus rutinas de ejercicio, las delicias gastronómicas que degustan, las ciudades que visitan, las cucamonas que les dedican sus hijos, incluso la cara que tienen al despertar antes del primer café. Los hay chistosos, imitadores de Paulo Coelho, analistas políticos y sosias de Ferrán Adriá. Observamos todo con una mezcla de pudor y curiosidad malsana. Imaginamos conocer cómo es su vida a través de lo que nos muestran. Que es (aparentemente) mucho. O tal vez nada. Son los signos de unos tiempos híperconectados y exhibicionistas, en los que cualquiera puede abrir una ventana en su casa e invitar al mundo entero para que se asome. By Zuberoa Marcos. August 15, 2016.